Por Jessica de la C. Díaz

Le añoraba tanto. Estaba con la mirada perdida en el horizonte cuando le encontré. Amaba ver los atardeceres en el mar. Tomé su mano y me quedé a su lado, observando el hermoso espectáculo: aquellos colores traerían la noche.

Llegó pronto el momento al que temía. Se acercó la oscuridad de su ausencia. Le abracé y entonces… ¿Cómo pudo suceder de esa manera? Se esfumó entre mis brazos y amaneció.