Por Eveyn Gutiérrez

Es blanco vestido de traje azul ancho como globo en las patas y cuadros tornasoles. Su nariz es roja, boca grande parecida a un mamey; pero viejo, muy viejo. No quiero llevarlo a la escuela, aunque me haga reír y los domingos prefiera su compañía. Hasta los pájaros se adueñan de la ventana para verlo actuar, tampoco lo subo a la azotea cuando todos llevan sus juguetes favoritos. Me avergüenza su ropa raída y el brazo ausente. Sé que le gustaría compartir con Sebastián, el conejo de Julio; o con Vivian, la locomotora de Javier; pero lo dejo, llevo la pelota azul y el avión: regalo de cumpleaños.

Hoy Pitité se ha perdido, no está en la gaveta de mi cama, ni en el baúl de abuela donde vivió muchos años y lloro porque tendré pesadillas, y cuando meta la mano en la mochila no estará. Ya no importan las manchas de tiempo en sus zapatos largos o el zurcido en la barriga cuando un ratón lo mordió. Quiero abrazarlo y que el mundo nos vea tomando helados de siempre juntos. Por eso voy a dormir; quizás, en la mañana, aparezca arrepentido de su fuga y me perdone.

Tomado del libro Encuentro Nacional de Talleres Literarios Infantiles (2018).