Por José Oriol González

Hace alrededor de 20 años obtuve, a título personal, la distinción a la cual a continuación me voy a referir. No obstante, sin dejar de causarme regocijo dicha premiación, a partir de ese entonces he pensado y sentido que el Premio Nacional de Cultura Comunitaria que recientemente ha obtenido Teatro de los Elementos, es como el non plus ultra de mis anhelos. Porque, aunque nunca he trabajado en busca de premios ni reconocimientos, justamente el de ahora es el resultado de un sostenido trabajo colectivo, reflejo de la madurez y solidez alcanzadas por el proyecto comunitario-cultural que nos anima.

La particular situación motivada por los efectos la pandemia de la covid, con su impronta de regulaciones y aislamiento, ha provocado un colapso del hecho cultural a escala nacional, sobre todo el que se sostiene de los espacios colectivos, con la presencia de público. Entonces, los artistas en general, y los actores en particular, se han visto en la necesidad de recurrir a trabajos alternativos en busca de la subsistencia. Otros, aun sirviéndose  de las redes, han podido satisfacer plenamente todas sus necesidades creativas. En tal sentido, pienso que en particular el teatro necesita de una artesanía personal, tête à tête, desde su prístina concepción, porque de lo contrario pierde sus esencias y razón de ser. En una palabra: el teatro necesita la presencia real y no virtual del público. Sin embargo,  aun en medio de este contexto que nos ha impuesto la covid, Teatro de los Elementos ha encontrado formas alternativas para continuar en su función de interacción directa, mediante un destino social de servicio, conjugado con la expresión artística. Son varias las líneas en que se ha proyectado nuestro grupo, y entre ellas se destacan las siguientes: higienización del centro de aislamiento creado en el IPVCE “Carlos Roloff”, pesquisaje, fumigación, servicio de alimentación familiar (SAF) a las personas vulnerables, donaciones de sangre, todo ello con la ejecución de dramatizaciones en pequeño formato. De igual modo, nos hemos centrado en espectáculos ofrecidos a las personas que acuden a los vacunatorios.

Varias ejecuciones artísticas de mayor envergadura hemos realizado durante el año que transcurre, y cabe mencionar: performance por el Día Mundial del Agua, en la comunidad de El Jobero, con apoyo de Cubanos en la Red; participación en actos de reafirmación revolucionaria; así como una performance que consistió en regalar ramos de flores al personal perteneciente a distintas instituciones de salud, políticas y gubernativas, con ejecución teatral desde lo alto de una camioneta.

Por otra parte, se ha incursionado en una nueva modalidad, consistente visitas a distintos hogares campesinos, llevando a la familia unidades artísticas presenciales.

En medio de todas estas limitaciones, hemos continuado, respetando el protocolo, el proyecto Jobero Verde, mediante la expresión paisajística, la música, el teatro play back, entre otros.

Muy importante en toda esta trayectoria resulta la galería creada por Nelson Domínguez (Premio Nacional de Artes Plásticas) dentro del contexto cultural rural de El Jobero —lo que ha generado un foco de imantación de la cultura nacional y universal, con favorables dividendos para Teatro de los Elementos—, y se ha contado además con su presencia en distintas actividades culturales desarrolladas durante estos tiempos de pandemia.

El hecho de haber sido yo Jurado de teatro del Premio Casa de las Américas en el año 2020, propició que una importante representación de dicho Jurado, así como personalidades acompañantes, pudieran disfrutar de la puesta en escena de Montañeses, nuestra más conspicua obra de los últimos tiempos. De igual modo, durante este año dicha obra fue ejecutada para una delegación que nos visitó, y que estaban participando en el Festival Internacional de Teatro de La Habana (FITH).

Ya se ha hecho costumbre que El Jobero, con su fascinante paisaje premontañoso recortado por el macizo escambradeño, sea escenario de importantes eventos tanto municipales, provinciales, nacionales e incluso internacionales, toda vez que nuestra comunidad agrícola-cultural brinda productos alimenticios tanto para el cuerpo como para el alma. Así, por ejemplo, cabe mencionar las cruzadas culturales de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), las guerrillas de teatreros, los eventos del museo de montaña, los encuentros nacionales de escritores para niños, los festivales del libro en la montaña, entre otros, han tenido cordial acogida en nuestra comunidad, lo cual ha sido ocasión oportuna para el intercambio creativo. De manera que se ha sistematizando una imagen de espacio cultural imprescindible y socorrido.

Resulta altamente significativo que la premiación se haga el 20 de Octubre, precisamente la fecha en que se celebra el Día de la Cultura Cubana, cuando en la fecha histórica que rememora la entonación en indómita Bayamo, por primera vez, de las notas de La Bayamesa, compuesta por Perucho Figueredo, que, dentro del devenir histórico de la nación, deviniera en nuestro Himno Nacional. Opino que dicha premiación redundará en la estimulación de los valores identitarios de la cultura cubana.

Todo esto me hace remarcar la idea de que el trabajo de nuestro grupo está signado por esta máxima del dramaturgo alemán Berltold Brecht: “…hay hombres que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.