Por Francisco Madrigal

 

De generación en generación de cumanayagüenses ha llegado hasta nuestros días, casi ya como una leyenda, la historia de un circo que visitó nuestra localidad antes de la Revolución y que traía como atracción principal un mago y malabaristas, que realizaron tres funciones en nuestro pueblo.

El mago realizaba numerosos números como sacar palomas del bombín, anudaba pañuelos y otros muy aplaudidos; pero no sucedió igual en la segunda y tercera noches, porque una viejecita que estaba sentada en la primera fila importunaba al ilusionista revelando sus trucos.

El mago trataba de reponerse, pero la viejita continuaba con sus burlas. El público descubría el truco y la emprendía contra el artista con tremenda rechifla, quien al ejecutar otro número, fracasaba. Aquella maldita vieja descubría cómo retiraba los objetos fuera de la vista del público.

En la tercera función el mago decidió no presentarse, pero la presión del pueblo y la guardia rural hicieron que volviera al escenario.  Al llegar el ilusionista dijo:

—Voy a hacer un único número: picar el melón

Inmediatamente la ayudante trajo la mesa con un enorme melón y un cuchillo afilado; el artista introdujo el cuchillo con saña, mirando fijamente a la viejita, que cayó estrepitosamente entre las sillas. Los médicos realizaron una autopsia a la mujer y determinaron que había tenido un infarto a causa de un trozo de melón atravesado en una válvula.

El mago desapareció sin que la guardia rural jamás lo encontrara.

Basado en el libro inédito titulado: Lo real y maravilloso en la tierra de Guamuhaya, del periodista y escritor cumanayagüense Octavio Pérez Valladares. (N. del E.).