Por Javier Feijoo

Es conocido que las hormigas son muy intranquilas y trabajadoras; sin embargo, Merita y Zoe llevaban estas características al límite. En cuanto al trabajo, eran las primeras en dar el paso al frente; pero su intranquilidad las hacía hacer las cosas más insólitas, al menos para unas hormigas, como en la ocasión en que decidieron practicar deportes extremos, o cuando que se montaron encima de un ciempiés simulando que era un tren de los humanos.

Pero sin duda alguna su pasatiempo favorito era trepar en el árbol de encima del hormiguero y dejarse caer en la cabellera del dueño del jardín donde vivían. ¡Qué momentos más divertidos pasaban jugando a las escondidas! Aunque a veces se traspasaban de la raya y formaban tal algarabía corriendo por aquí y por allá, que el hombre se rascaba la cabeza. Entonces ellas se escondían presurosas muertas de miedo, después salían, se reían a carcajadas y se dejaban caer por la ropa hasta el suelo, de vuelta a su casa.

En un día de mucho sol y calor las hormigas vieron cómo el encargado del jardín se montaba en un camión con toda su familia y varios cacharros de cocina: habían llegado las vacaciones. Al principio, se sintieron tristes porque ya no tenían dónde jugar; se disponían a bajar del árbol cuando observaron otra cabeza humana que se acercaba. Rápidamente se dejaron caer ansiosas por comenzar sus juegos, pero… ¡Oh! ¡Sorpresa!: en aquel lugar no había nada, ni un pelo, todo estaba vacío. Merita y Zoe investigaron atónitas aquel lugar nuevo. “¿Ahora qué hacemos?”  -se preguntaron, mientras caminaban por la cabeza liza del nuevo encargado.

Merita resbaló con el sudor que se acumulaba en el cuero cabelludo, pero en su trayectoria realizó unas piruetas tan fantásticas que dejaron a su amiga realmente asombrada. Las dos hormigas se lanzaron una mirada cómplice y asintieron con la cabeza, ambas tomaron impulso, echaron a correr, resbalaron y saltaron por los aires, ejecutando acrobacias únicas. Al caer volvieron a mirarse y sonrieron. ¡Habían descubierto un nuevo entretenimiento! Terminaron de jugar cayendo los últimos rayos del sol, prácticamente exhaustas por toda la actividad realizada. Sin embargo, a la mañana siguiente, después del trabajo, subieron a la cabeza pelona y pasaron otra jornada intensa haciendo giros y piruetas.

Así se pasaron todo el verano. Una vez terminado, volvió el anterior encargado del jardín con su familia y sus cacharros de cocina. Las hormigas retomaron su antiguo juego de las escondidas, esperando con ansias la próxima etapa veraniega y la cabeza calva, por supuesto.