Por Ariel Fernández


No me pidas salir, que estoy sujeto
a esta suerte sin par de laberinto,
ni detengas el pulso del instinto,
a este insomnio feliz algo indiscreto.
Nueva letra sembraste en mi alfabeto,
y muda, que no suena mencionada...
llegaste a mí sin ser, ni pedir nada,
pero aquí te me quedas de algún modo,
después del día en que nos dimos TODO
lo que hubo de nacer de una mirada.