Por Anisley Fernández

            A Rosamary

Busca en la inmersión del verde ese rostro
lejos de la cruz
de la avidez del párpado.
Búrlate de la fiera que alimentó
tu condición doméstica.

Con el eco de la placidez clareando
sin la cicatriz del regreso
a la familia, ese adorno de la sangre
que hala indiferente.
Más allá de los juramentos
existe una cara.
Emprende con valentía la soledad
la mordedura del viento.
Prolóngate dentro del verde lino.
Abre los ojos en toda la proporción de lo inhóspito
y búrlate de la fiera.


Parar el tráfico
                     

                   A FD

Me consuela parar el tráfico con mi sonrisa
como suelen hacer los semáforos de turno,
las manecillas cuando vencen
las baterías que se pudren.
Arrancarme las palabras para regalártelas
(lo mismo que saberme repetida).
Me consuela tanto exprimirme los intestinos
y ver en la mirada del plato el desconsuelo
como un niño malnacido que se babea
como la arruga alargándose.
Una mancha de luz alargándose
y un tenedor
celebran el asco.
Tú me das asco, como yo,
como cada cosa que se repite.
Tú y yo viendo quién da más.
Yo soy Tú. Tú eres yo.
Me consuela ser esta herejía.
Arrancarme la piel para regalártela.
Mira qué hermosa te queda hoy.
Me consuelan tus demonios,
saberse a contratiempo para combatirlos
es mi especialidad.
Me consuela el sorbo de café que nos mataría
y la mañana fragante
abriéndome iris, piernas, brazos.
(Ah...qué hermosa te queda mi risa hoy).
Me consuela saber
que no soy un premio literario
capaz de comprar un libro
que serviría de papel higiénico a nuestros comensales.
Me consuela el silencio que viene de la muerte
y estos cables desparramados
en la gran cantidad de bocas.
Me consuela esta electricidad.
Saberme agua y barro
donde las plantas podrían nacer.
Me consuela habitar cuerpos pasados
cuerpos adormecidos
carnes de carne podrida
piedras de espacios deshabitados,
escombros...
Me consuela dormir en los brazos del desapego.
En los brazos de la brutal deshabituación
es uno mucho más diáfano.
Me consuela ser la herida en los cristales,
el chorro de sangre en la madera,
esta pirámide de aire
soplo minúsculo de Dios.
Me consuela despertar
demente
en este charco de moco.

De: Escombros (en proceso).