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Por Hilda A. Mas


¿No me ven?
     Estoy en medio de este verde campo que una vez fue mío. Soy el hada de este gran sendero del Escambray. Siempre soñé tener una falda verde azul … y aquí está.
     Tengo la falda verde azul de nuestro campo y cielo. Estoy en medio de este Coliseo, bajo este gran cielo que es el corazón del Jobero y que sirve de teatro a todos esos actores que en cada obra regalan amor y alegría.
     En medio del escenario, que es enorme, mucho más grande de lo que yo creía, me  ajusto  la falda y me siento: escurridiza, esperando la función. Una nube se abre de mil colores, espero impaciente...
     Comienza la función todos aplauden. ¡Ese es mi hijo!
     Siento un cosquilleo de alegría, quisiera gritar y brincar de  de emoción, pero no se me es permitido; magníficos actores representan una obra dirigida por mi hijo José Oriol; mi alegría no me cabe en el pecho.
     Un fresco suave con olor a árboles y flores silvestres inunda el aire; cuando de pronto, la suave voz de una de las actrices dice:

     —Hagamos silencio y escuchemos con atención el susurro del viento, como una melodía que el hada  de este mágico Jobero nos ha regalado con su visita.
     Se hace un silencio. Mi hijo, en medio del escenario mira al cielo embelezado largo rato con sus manos en el pecho y siento el palpitar de un enorme corazón. Ese es mi hijo amado. Estoy feliz.