Por Raiza K. Olivera

El Gong!
El crujir de hielo.
Otras razones cual avalancha
que salgan de la caverna
arrastrándose, golpeándose,
por ojos, venas y dedos de los pies,
a embestir al mamut hasta la muerte,
a devolver la bestia a las paredes,
al relieve anunciante del ciclo.

¿Cuándo comienza el nuevo tiempo,
cuál es la señal,
dónde,
quién,
qué signo le identifica?
¿Qué pintó el hombre?
¿A sí mismo lanzado contra el mamut?

¿No es eso el presagio del fin?
Un animal con cierta mecánica tras otro,
quizás para matarlo con su propio sonido,
uno que de pronto simula,
compite con el sonido sordo que antecede
a tsunamis, tifones y huracanes.

¿Qué animal triunfa
si no el invisible,
el que está dentro,
al final del vacío caracol?
Demasiada vasija sonando,
nada se salva. Nadie.
Palabras huérfanas,
sin dueño,
sin rostro,
sin fin.

Ya no hay fuego,
puro frío en los jardines.
Máquinas de hablar, temerarias.
Más allá de las luces y la oscuridad,
la lengua que lame paredes
borra hasta la figura del mamut y del hombre.
Algo interrumpe,
el silencio hace muda ceniza,
y al no existir la verdad
encuentra vía para el ardor.

Prefiero el silencio,
engañarme con ideas supuestamente nuevas.
Pensar que una vez hubo una guerra
y tanto silencio que fue la paz
grisácea, tenue.
Cómo hubo que cavar,
perforar las palabras, el gesto,
sembrar la cuerda muda.

Este es el laboreo de los callados,
cincel de aguas,
anguilas luchando por la presa viva.
¿Cómo crear tal estruendo?
¿Cómo sobrevivir a lo que pasa en silencio?
Temible y maravilloso.
Una opción es la ausencia,
sabad perdonable,
un escudo.

El peor de los silencios es el extraviado,
ajeno, tozudo, carente
cuando el golpeteo de hondas
cualquier introspección,
incipiente trazo,
desgarra el lienzo.
Rompe el sibileo sin orden,
tortura de lo incesante,
inconformidad latente que no es el fin
ni es la Nada, pero es,
y ocupa espacio, horas, exploración.

Soy el error,
la carencia,
las ganas de explotar este cuerpo,
pero solo Es el silencio.
Usarlo para cortar lo sano,
ponerlo sobre la mesa y comer
en la gravedad de los injustos,
de los impuros.

Bendito el silencio de los cementerios:
verdad firme, rumor, horda que persigue,
y en la huida llega a borrar,
a raspar la pared para que no exista más
ni la caverna
ni la memoria
ni el mismísimo silencio.

Será que se romperá el silencio.
y aparecerá 
como gota de sangre en la nieve
la respuesta?