Por Rafael Alberti

 

Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
en largo ciervo de agua convertido,
hacia el mar de las albas claridades,
del martín-pescador mecido nido;

que yo saldré a esperarte, amortecido,
hecho junco, a las altas soledades,
herido por el aire y requerido
por tu voz, sola entre las tempestades.

Deja que escriba, débil junco frío,
mi nombre en esas aguas corredoras,
que el viento llama, solitario, río.

Disuelto ya en tu nieve el nombre mío,
vuélvete a tus montañas trepadoras,
ciervo de espuma, rey del monterío.

Nota:

Poema de Rafael Alberti dedicado a Federico Gracía Lorca, tras el asesinato del que fuera su amigo, ocurrido la madrugada del 18 de agosto de 1936 en aquel camino oscuro entre Vizanar y Alfacar, junto a un olivo de la hermosa Vega de Granada. (N. del E.)