Por José Martí

 

I

Cuando en la noche del duelo
Llora el alma sus pesares,
Y lamenta su desgracia,
Y conduele sus afanes,
Tristes lágrimas se escapan
Como perlas de los mares;
Y por eso, Micaela,
Triste lloras, sin que nadie
Tu dolor consolar pueda
Y tus sollozos acalle;
Y por eso, Micaela,
Triste en tu dolor de madre,
Lloras siempre, siempre gimes
La muerte de Miguel Ángel.

 

II

¡Allí está! Cual fresca rosa,
Blanco lirio de la tarde,

Sentado en el verde musgo,
Yace tu Miguel, tu “ángel”,
La imagen de tus delirios,
La noche de tus afanes,
El alma de tus amores,
Consuelo de tus pesares,
Pura gota de rocío
Que al blando beso del aire
Casta brotó de tu seno
Convertida en Miguel Ángel.

 

III

¡Allí está! Lágrimas tristes
Anublan tu faz de madre,
Porque le falta a tus ojos
Algo bello, algo tan suave
Como las nubes de oro,
Rosa y grana, de la tarde;
Y en el aire que respiras,
Y en las hojas de los árboles,
Ves cruzar, cual misteriosa
Sombra, de tu amor imagen,
A la perla de tus sueños,
Al precioso Miguel Ángel.

 

IV

Pero, ¿no ves, Micaela,
Esa nube y esos ángeles?
¡Mira! ¿No ves cómo suben?
¿Los ves? ¿Los ves? ¡Triste madre,
Ya se llevan a tu hijo,
De tus delirios la imagen,
El alma de tus amores,
La noche de tus afanes,
Pura gota de rocío,
Linda perla de los mares!...
¡Llora, llora, Micaela,
Porque se fue Miguel Ángel!

Este poema, escrito en forma de romance, lo dedicó José Martí a Micaela, la esposa de su maestro Rafael  María de Mendive, a raíz de la pérdida de un hijo de ambos, al año de nacido. Fue publicado el 26 de abril de 1868 en la revista Álbum, de Guanabacoa, y se considera el primero que publicara nuestro Apóstol. (N. del E.).