Por José A. Rodríguez

 

El hombre que corrió detrás del tren
pude haber sido yo
el mismo que quedó en el andén
despidiendo la risa de una muchacha
Qué hará un hombre solo en una estación
donde nadie lo espera
Qué hacer con su melancólica manía de extrañar
de descolgar teléfonos
que nunca nos llaman
Qué hará aquel hombre tan parecido al hombre
sentado en la punta de sus treinta años
comiéndose los nervios
tirando madrugadas sobre la cama
conociendo secretos que no le pertenecen
Qué haremos con los secretos
de las muchachas que nos amanecieron con la risa
Qué hará aquel hombre con mis palabras
tan parecidas a las mías
donde los trenes se despiden.