Por Lietty Pérez Arias

Había una vez un niño que era muy mentiroso. Cada vez que alguno de sus compañeros hacía un cuento, él también hacía uno, pero muy exagerado.

Un día estaban todos en el patio de la escuela, hablando de las carreras que querían estudiar cuando sean grandes, y siempre que uno decía “quisiera ser”… él también decía lo mismo. En fin, iba a estudiar casi todas las carreras que existían en este mundo. No le iba a quedar tiempo ni para peinarse.

Otras veces decía que su padre era astronauta, que su casa estaba bajo el agua, que su mamá era una reina, y él, un príncipe, y muchas cosas más.

Por las tardes, aunque fuera mentira, jugaba al pegaíto, a la pelota y los escondidos con sus amigos del barrio.

Sus compañeros de escuela se fueron cansando poco a poco, y durante un tiempo lo ignoraron totalmente. Pero un día se pusieron de acuerdo, para esperarlo todas las mañanas con muchas mentiras.

Y así lo hicieron; cualquiera de sus compañeros podía tener un robot gigante en su casa, y otras cosas indescriptibles. ¡No lo dejaban hablar! Y mientras pasaban los días, él se fue aburriendo, hasta que comprendió que la mentira tiene patas cortas.

Con este texto, la autora obtuvo Premio en el Encuentro-Debate Provincial para Niños Escritores, Cienfuegos, 2022. (N. del E.)