Por Maria Herrera

Entregándome a los sueños 
enrede mi cabello, 
saque los moldes de los zapatos, 
quite las impurezas del rostro 
y amordacé los fantasmas. 
En los escondrijos más ocultos 
de mis vísceras rotas, dormía el viento, 
y jamás nunca, se dio por vencido. 
Mi fortaleza no había sido tan fuerte 
ni tan perfecta, y en este, mi caos imperfecto, 
me amamanté siendo fiel 
a nunca ser menos que imperfecta. 
Enmarañadas emociones 
llevan a un constante duelo, 
no conozco la culpa ni debo controlarme, 
no evito dolerme pero si, sufrirme. 

Dejé de girar para auto encontrarme. 
Mujer detrás de una mujer 
y póstuma, detrás de la nada misma. 
Almas, tengo.


Soy 

Un roto vacío se tapaba con maquillaje, 
un abismo de llagas oscuras se pintaban con sonrisas, 
un fragmento de espejismo de felicidad se ocultaba en la esperanza 
y me cansé… 
¿Cuándo la lástima fue mi bandera? 
¿Cuántos días el espejo no me vio? 
¿Qué fui yo? ¿La receptora conformista de mi dolor? 
¿Quién y qué soy? 
No sé quién soy, solo se… 
Que mi corazón se cansó de las cirugías ensordecedoras 
y puesto que, avale que mi mente fría siga entumeciéndose, 
me cansé, de mi misma me cansé, 
me enemiste con el conformismo y las migajas, 
pues, no vine a este espinal mundano para encajar en una daga, 
soy mi propia libertad.