Ya fui
Por Kelvin Pino
Dos caciques indios se disputaban vivir en la montaña más alta de la Isla de Pinos, uno en la Sierra Cañada y otro en la loma Daguilla. Ambos, desde lo alto encendían grandes fogatas,
tocaban tambores y hacían rituales a los dioses. En una ocasión los guerreros de sus tribus tuvieron una pelea muy fuerte. Desde lo alto del cielo bajó un extraño aparato y el combate terminó al momento; de él bajó un hombrecito muy blanco y les preguntó:
—¿Por qué luchan tan fuerte?
—Porque mi montaña es la más alta —contestaron a la vez.
—¿Y cómo lo saben, las han medido? —replicó el hombrecito blanco.
Los caciques, mirándose, quedaron mudos; entonces el hombrecito blanco les propuso:
—Ahora irán a la montaña, subirán y quien llegue primero a la cima encenderá una gran fogata; los observaré desde la luna y regresaré cuando hayan pasado tres soles.
Encendió el aparato y desapareció. Después del tiempo acordado, regresó. Los caciques ansiosos le preguntaron:
—¿Cuál es la montaña más alta?
—¿Quién llegó primero a lo alto de la montaña?
El hombrecito blanco les contestó:
—Las dos montañas tienen la misma altura, los dos llegaron al mismo tiempo.
Los caciques se miraron asombrados y comenzaron a discutir nuevamente, convocando a sus guerreros para…
—Ernesto, Ernesto, ya son las seis de la mañana; apúrate porque se nos puede ir la guagua y conoceremos las montañas de la Isla.
—Ya fui, mamá.
—¿Cómo que ya fuiste?
—Sí, viajé en un aparato, vi dos montañas y sus caciques se quedaron discutiendo…
Con este cuento el autor participó en el Encuentro-Debate Nacional de Talleres Literarios Infantiles, 2018. (N. del E.)
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