Por Marisol Velázquez

 

Todo lo observa una pared eterna,
la artífice, raíz, existencia
con sus hojas abiertas a un abrazo.


Empuja los días a cruzar
por su transparencia,
allí quedan las huellas silenciosas,
todo depende de los andares hechos
por sus épocas,
 si son días lluviosos, tiernos
                        o especiales
   o cantos al futuro.


La pared se hace un faro celador
             y mira enroscada en su agua,
esta o aquella huella de los pasos,
     el espíritu de sus figuraciones
                      tan variado,
donde no perdona la muerte,
el olvido
    no borra una sonrisa,

el odio
    no vence al amor
y ser puerta
   es aprender a existir.


2006